jueves, 21 de noviembre de 2013

El Aire que respiramos

La población, puede hacer mucho para mejorar el aire que respiramos el uso excesivo del automóvil provoca un alto grado de contaminación y si a eso le sumamos que muchos de ellos se encuentran en mal estado y despiden gran número de contaminantes que afectan directamente a la salud de los individuos, podremos darnos cuenta de lo mucho que podemos contribuir al medio ambiente.

Las fuentes que provocan la contaminación se clasifican en fijas que son toda instalación establecida en un sólo lugar que tenga como finalidad  desarrollar operaciones y procesos industriales o comerciales y fuentes móviles, que son todo equipo o maquinaria no fijos, con motores de combustión y similares que con motivo de su operación generan emisiones contaminantes a la atmósfera.
La industria y el transporte son las dos principales fuentes de contaminación atmosférica.  Datos oficiales revelan  que el transporte público de pasajeros, de carga y particulares, genera el 80 % del total de los contaminantes a la atmósfera, el  3% lo representa la industria y el  10%  restante el comercio y los servicios. Se consumen  43 millones de litros de combustible al día, el  10% del presupuesto oficial, se destina al sector salud, donde predomina la atención a enfermedades cardiovasculares y respiratorias, existen 3.5 millones de vehículos automotores que circulan diariamente en vialidades, carreteras y autopistas.

Los principales contaminantes que despiden los vehículos automotores y que afectan la salud de la población, son: El monóxido de carbono, que se forma debido a la combustión incompleta en los motores de los vehículos que usan gasolina, Los hidrocarburos, que se forman por componentes de la gasolina y otros derivados del petróleo, Los óxidos de nitrógeno, son contaminantes que por si mismos no representan problema, pero al hacer contacto con la luz solar, producen compuestos tóxicos,  El ozono, forma parte de la capa superior de la tierra, y ayuda a filtrar los rayos ultravioletas provenientes del sol, pero si se encuentra a nivel del suelo se convierte en un contaminante muy poderoso, El plomo, se origina a partir de los combustibles, es usado como aditivo antidetonante para gasolina y Las partículas, que pueden flotar o sedimentarse y se conocen como partículas suspendidas totales.

Estos avances del hombre moderno parecen contrarios a su propia natualeza. ¿Quién no ha tragado alguna vez el espeso humo de un autobús al arrancar? o ¿Ha cambiado la circulación del aire dentro del propio coche porque hasta ahí llega el desagradable olor que se mastica del atasco en que anda inmerso? Terribles situaciones si uno se para a pensar lo que ocurre dentro de su cuerpo al aspirar ese humo o «smog», como denominan algunos expertos a las boinas que cubren el cielo de las grandes ciudades. «La comunidad científica no tiene dudas respecto a los efectos perjudiciales de la contaminación sobre la salud respiratoria y coinciden en la necesidad de reducir la contaminación urbana», explica Cristina Martínez, coordinadora del área de medio ambiente de Separ. Sin embargo, mientras sus efectos dramáticos han sido demostrados en numerosos estudios, la salud del hombre se sacrifica en pro de su evolución ¿natural?

La «corrupción» del aire afecta de forma diferente, pero nadie queda libre de su ataque. La edad importa: los niños, adolescentes y los mayores de 65 años son más sensibles. Y las personas con asma, EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), enfermedades cardiacas y arteriosclerosis también son más vulnerables  a los efectos de la contaminación. Asimismo, las personas con buena salud o que realizan ejercicio físico al aire libre también son vulnerables a los efectos adversos, mientras haya concentraciones elevadas en el aire que respiran. En verano, cuando los niveles de contaminación del aire son mayores en días cálidos y soleados (en los que se genera ozono a partir de otros contaminates primarios), se puede reducir la exposición si no se realizan actividades dinámicas al aire libre o por la mañana, cuando la polución es menor.

Consecuencias graves
Todo ello cuesta al año más de 15.000 muertes prematuras, la mayoría evitables. Un ejemplo que pone la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) es que reducir los niveles de PM 2,5 a 20 p/m3 en Barcelona, Madrid, Bilbao, Sevilla y Valencia se salvarían casi 12.000 vidas.
Pese a que en otros países (típicos en el continente asiático, como Vietnam, China o Japón) el único escudo que tiene el hombre es una mascarilla para evitar la entrada del enemigo al organismo. Sin embrago, desde Separ, Pilar de Lucas, subraya que «la mayoría de las mismas no tiene ninguna acción protectora porque no filtran las sustancias más finas». Con lo que sólo el cobijo en una zona verde próximo a su hogar es el lugar donde más a salvo se puede encontrar uno.

EQUIPO # 3
Laura Karina Garza Martínez
Jessica Deyanira Montes Castillo
Nallely Guerrero Guel
María Fernanda Guerra Alvares
Samantha Elizabeth Salais Loredo

Andrea Carolina Sologuren López

No hay comentarios:

Publicar un comentario